La sostenibilidad está de moda y menos mal: la única forma de frenar los daños ocasionados al medio ambiente es ser consciente de nuestra huella y paliar los efectos de nuestras acciones. Esto se puede aplicar a nuestra vida más personal, pero también a un contexto empresarial y, por supuesto, a nuestro sector. Si hablamos de sostenibilidad en logística nos referimos inevitablemente a todos sus procesos. Desde los materiales al uso de combustible: todo influye si se trata de evitar dejar huella.
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y empresas
Cada vez son más las empresas que se unen al reto de intentar ser más respetuosas con el medio ambiente. Así lo refleja un estudio de la consultora PwC sobre sostenibilidad y cambio climático: el 76% de los CEO españoles están impulsando acciones en sus empresas para minimizar el impacto medioambiental. Las estrategias de sostenibilidad y crecimiento verde empiezan a cobrar importancia real en todas las organizaciones.
Alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por Naciones Unidas es fundamental para las empresas de todos los sectores. Acatar estas políticas supone identificar riesgos, impulsar acciones y herramientas de innovación, conseguir o reforzar la confianza de clientes, empleados e inversores… Todo un reto que augura resultados buenos a varios niveles.
Recalculando ruta: hacia lo sostenible
Pequeños pasos marcan la diferencia, pero es necesario integrarlas en estrategias más globales. En este sentido, ¿qué podemos hacer para conseguir que la logística sea más sostenible? Aquí van algunas ideas que ya están poniendo en marcha los principales operadores:
Embalajes biodegradables
Empecemos por lo más básico: el packaging. Los embalajes forman la primera pieza de este puzle. Se trata de reducir al máximo la cantidad de envases (el mejor residuo es el que no se genera) y potenciar el uso de materiales reciclados o biodegradables, como la caña de azúcar.
Menos emisiones
Es el problema más asociado al transporte de mercancías. Al igual que está sucediendo con los vehículos de uso cotidiano, las flotas de logística tienden a diseñarse para utilizar propulsores más ecológicos. Se trata de ir dejando atrás los combustibles más contaminantes y dar un paso al frente para usar otros menos agresivos con el medio ambiente, como el gas natural, el biodiésel, el hidrógeno o la electricidad, en casos de distribución urbana.
Movilidad sostenible
Otra opción cada vez más habitual es potenciar otro tipo de vehículos en áreas en las que su uso sea viable y eficaz. Hemos mencionado los vehículos eléctricos o híbridos, pero también entrarían en este bloque los repartos en bicicleta o patinete eléctrico cuando la mercancía lo permita.
Ahorro de energía
La eficiencia energética y las energías renovables también tienen su hueco en logística. Más allá de las propias flotas, también los almacenes y centros de trabajo pueden implementar medidas que supongan un ahorro de costes para la empresa y un respiro para el medio ambiente. Desde sensores de movimiento en la instalación de luz o circuitos de iluminación separados hasta instalación de sistemas de autoconsumo fotovoltaico: el abanico es muy amplio.
Tecnologías eco
Como hemos visto en otros posts, la tecnología nos ayuda a ser más eficaces en nuestro trabajo, organizar los procesos y ahorrar costes, pero, además, la utilización de ciertas herramientas puede cambiar nuestro futuro. Optimizar las cadenas de suministro, monitorizar rutas y coordinar las diferentes fases tiene consecuencias positivas también para el medio ambiente.
El futuro será verde o no será
Ante las evidencias del impacto ambiental de la logística, la tendencia es corregir e implementar medidas para mejorar la situación. Aunque aún hay mucho camino por andar, lo cierto es que cada vez es más habitual ver políticas medioambientales en las empresas de logística que, además, ven cómo su reputación resulta reforzada gracias a dar este paso.
El gran reto de la logística es ser parte del cambio y convertirse en un sector inteligente y sostenible que abogue por una economía circular. En este sentido, tenemos que aprender a compaginar esta importante demanda con las tendencias en consumo.